Otro articulo que cobra actualidad con la cacareado tema de los derechos humanos en el Sahara Occidental Marroquí. Lo corregimos, lo actualizamos y los volvemos a publicar.
Desde el 10 de octubre de 1937 fecha de la presentación en la CBS en el marco de su programa Mercury Theatre on the air de la adaptación de la Guerra de los Mundos de Herbert George Wells, el mundo de la prensa no ha vuelto a conocer otro timo mediático hasta la escenificación de la reciente novela protagonizada por la (aunque ningún medio de comunicación en España ha tenido la valentía ni la salud moral de señalarlo) marroquí Aminatou Haidar.
Durante todos los episodios de esta novela, con una “mala leche” abrevista, todos los órganos de prensa españoles juzgaban y condenaban a Marruecos por la calidad de su negativa. Sin la mínima objetividad ninguno de ellos juzgó necesario hacer un esfuerzo suplementario para descubrir que su defendida, a capa y espada, era-es y de ninguna manera puede ser otra cosa, un producto “Made In Morocco”. O lo que es igual: Un producto de su proceso democrático que ellos no escatiman esfuerzo ni imaginación alguna para devaluarlo.
Es decir, en su “afán” democrático prefieren mil veces el unilateralismo en cuanto a fuentes de información.
Toda una decepción… casi una frustración. Pocas veces en la historia de la prensa internacional ha habido tan poca razón, tanto ultraje al sentido común, tan descarada alineación y tanto desprecio al respeto a la deontología de la profesión y a sus principios éticos
En síntesis: No seria ninguna exageración afirmar que la postura de la prensa española respecto al problema del Sahara es difícil de contar…imposible de olvidar.
No obstante, no hay peor ciego que el que no quiere ver: En el fondo se trataba de una “apología” de la democracia marroquí. Haidares los hay a punta pala en el País Vasco, en Cataluña, en Andalucía e incluso en Canarias y los habrá todavía más dentro de muy poco, pero por razones inconfesados e inconfesables Aminatou Haidar, la marroquí, solo hay una.
Evidentemente con los tiempos que corren, sin una serie de condiciones objetivas (la rivalidad de la izquierda y derecha españolas y de tendencias opositoras dentro de la primera, las fuertes sensibilidades separatistas dentro de España y un hooliganismo anti-marroquí alimentado por algunos sectores sociales españoles, entre otras) y otras subjetivas (la indiferencia marroquí pese a sus casi cuatro millones de hispano-hablantes por la sociedad civil de su vecino del norte, la miopía diplomática y unas desacertadas, torpes y decepcionantes visión y concepción de las respuestas y réplicas a los, desmesuradamente frágiles, argumentos de un Polisario con un jefe vitalicio que tanto él como sus lugartenientes necesitan siempre un traductor para mendigar ante sus simpatizantes españoles, para no citar más que estas)
Más que una confidencia, hubiera podido ser
una confesión… de que Aminatou Haidar nació, creció y se formó al amparo del
ejercicio democrático en su país por lo que su “hazaña” de Lanzarote y antes en
muchas otras partes del mundo a donde se fue y regresó con pasaporte y
documentación marroquíes, debidamente obtenidos, era apologético del clima social
en que desarrolló la señora Haidar
sus facultades opositoras y reivindicativas antes de descubrir la rentabilidad y
el lucro de la subversión separatista.
¿Lo puede hacer alguien en el Polisario,
tan ingenua pero rabiosamente defendido por la inmensa mayoría de los
españoles?
No. Ni en el Polisario ni en Argelia… ni
siquiera en España que por una providencia se ha salvado de tener un vecino
como Argelia (Francia cuando identifica a un etarra “haidarizado” en su
territorio lo entrega a las autoridades securitarias españolas y todo el mundo
sabe como acaba)...
A excepción de España, por donde viajó Aminatou Haidar, la admiración
de sus interlocutores desemboca siempre en curiosidades y en preguntas como:
¿Donde vive-vivió? ¿Cómo vive-vivió? y ¿A dónde regresará después de su premio
obtenido por el concierto de insultos y críticas a Marruecos?
Fanfarronadas primarias a parte ¿Hubiera
pensado la señora Haidar, un
solo instante, regresar a Marruecos si correría el más mínimo riesgo? ¿Cómo se
llama esto? ¿Nadie quiere responder? Responderé yo: País democrático. Marruecos
no es el Polisario ni Argelia.
No obstante, en España entre la violencia del
injustificado rencor y la fragilidad del argumento, se ha preferido crear un
sentimiento de inseguridad y a partir de ella de injusticia. Pensamiento, más que nunca, nómada aunque,
cuando se trata de Marruecos, se convierte inexplicablemente en una cultura de
intolerancia.
Pero como decía Jean Monnet “Nada es posible
sin hombres (en este caso mujeres)…nada es duradero sin instituciones” y las
instituciones, guste o no a nuestros colegas españoles, están para que se
respeten…. Y es justamente lo que hizo Marruecos al recordarle a su ciudadana
Haidar que “se olvidó” de llenar debidamente el formulario de entrada al país.
Merecía esto tan espectral marimorena.
Aunque abierta a todas las “audacias”, la
cuestión del Sahara (ex español) es una evidencia reciente por cuya realidad
histórica, jurídica y geopolítica toda la prensa española se niega a interesarse,
unos porque lo de España fue una ocupación frívola, otros porque el Tratado de
Madrid fue negociado y firmado con un gobierno franquista (como si la
independencia de Marruecos que nadie, que yo sepa, cuestiona, haya sido
negociada y firmada con el gobierno de José Maria Aznar). Unos y otros porque
lo del “pueblo saharaui” es rentable en términos políticos.
¡Increíble! Lógica perversa. Tanta
proliferación de asociaciones de defensa del “pueblo saharaui” y ninguna se ha dado
cuenta de que la señora Haidar está al otro lado de su descafeinada ecuación
sentimental, que la mayoría de este pueblo saharaui vive en Marruecos, lucha en
Marruecos, defiende sus ideales en Marruecos incluso, a veces, de manera
disparatada e incluso ilegal y que su despertar identidario obedece, más a
imperativos e intereses geopolíticos que a derechos a autodeterminaciones de
invernadero.
¿Por qué en vergonzosos y misteriosos
campamentos de Tinduf en Argelia si tan bien se puede reivindicarlo todo en
decentes habitaciones en Marruecos?
Paul
Valery tenia razón: “Un hecho mal observado es más pérfido que un mal
razonamiento”. Pero las primicias del idilio son infinitamente más impactantes
que el deber de preguntarse:
¿Cuál es la definición del refugiado?
Quien está en
peligro en su país.
¿Lo está la señora Haidar?
De ninguna manera.
Entonces ¿Para qué sirven campamentos en Tinduf,
las donaciones, la dilapidación de fondos internacionales y una ayuda nunca transparente
ni desinteresada de unas asociaciones que por tener enormes beneficios en el
mantenimiento de la tragedia de este “pueblo saharaui”, el menor indicio se
convierte en una prueba y lo que es peor: la prensa sigue de manera paranoica
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