¡Al carajo con el trabajo!
Que hoy de la cama no me bajo.
Desde que tenemos uso de razón empezamos por las
guarderías,
Donde todavía tenemos miedos a los payasos y
pesadillas.
Estudiando, con alguna
chuletilla y con un poco de suerte,
adiós
universidad,
Bienvenida realidad.
Que sorpresa,
Soy del capitalismo
otra presa,
Siento como me roza y
me besa,
No quiero ser esa.
La crisis cada vez se
encuentra en su máximo apogeo,
La demanda y oferta
provoca mareo,
Y cada vez va a peor y eso cristalino no lo veo,
Porque puede terminar en suicidio,
Como Shakespeare
acabo con Romeo.
El dinero y el poder son un fuerte deseo.
Pero hoy no.
Hoy descanso porque me lo merezco,
Un día dedicado a mi
esfuerzo anual,
Mi trabajo actual,
En el cual soy siempre
puntual,
Donde es mental, forzoso y manual,
Últimamente hasta virtual y espiritual.
Lo hago porque necesito una paga mensual,
Y sinceramente a veces
me llena de manera intelectual.
1 de mayo de 1995
Día en el que falleció mi difunto padre (que en paz
descanse)
El cual le dedicare
estas como si fuesen sus palabras:
Desde que era un renacuajo siempre evitaba ir por debajo,
Buscaba siempre el
mejor atajo,
Y no andar como
un vampiro temiéndole al crucifijo y al ajo,
Y a andar cabizbajo,
Hasta encontrar lo que
realmente era,
mí trabajo,
También me aporto
afecto, consideración,
Me ofreció agasajo,
Todos los regalos de
la vida,
Todo lo que la marea
trajo.
Gracias a los mártires
de Chicago,
Que a cambio de la jornada de ocho horas de casa, ocho
horas de sueño y ocho horas de trabajo,
Dieron sus vidas
como pago,
Sangre derramada por el lago,
Brindara por sus almas con un trago,
Pero ala no me lo permite,
Me quemaría el esófago,
Prefiero en su honor
hincharme a golosinas hasta el embriago,
Que por vuestra causa siento honor, justicia y libertad,
No empalago.
Y vuestro dolor con este poema lo deshago.
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