En la gestión del expediente de su Sahara sobre el plano
internacional, el curso de los acontecimientos, tanto en Naciones Unidas como
ante algunos países impactantes sobre el tema, está demostrando de manera explicita
un déficit mortal.
Por segundo año consecutivo se ha necesitado la urgente y
atinada intervención del rey Mohamed VI para desbaratar los incansables
esfuerzos de Argelia y algunos países que giran en su órbita como la Nigeria de “Baku haram” y
su presidencia (este año) del Consejo de Seguridad de la ONU.
En el 2013 Mohamed VI tuvo que intervenir ante el presidente
Obama, a raíz de la obtención por Argelia del “apoyo” de la embajadora de
Estados Unidos ante la ONU.
Gracias a esta intervención real de “último minuto”, el
organismo mundial se limitó a pedir a Marruecos “garantizar el ejercicio de los
derechos humanos, especialmente en el Sahara, a lo que Marruecos respondió con
un impresionante paquete de medidas y decisiones sin par en los países de la región
e incluso fuera de ella.
Rabat esperaba así una nueva visión y un nuevo enfoque
unisiano al expediente durante el año en curso.
En vano… Entre otras incongruencias, Ban Ki Moon hablaba
en su informe inicial del 2014 incluso de “Territorios no-autónomos” en alusión
al capitulo XI de la Carta
de la ONI,
articulo 73.
Un lamentable pero evidente deslizamiento hacia una teoría
jurídica errónea en la que Argelia ha invertido millones de dólares, pero sin
contar con el monarca marroquí.
De hecho, aunque no lo dice (o no lo sabe Ban Ki Moon)
fue Marruecos quien inscribió el Sahara en la lista de los territorios no autónomos
en 1963 cuando estaba aun colonizado por España y cuando no existía aun ni el
Polisario ni el Bisario ni el Monosario, comenzándose la descolonización en
1975 con el acuerdo tripartito de Madrid y la transferencia del territorio,
exactamente como se se habían transferido otros territorios de este mismo “Sahara
occidental” como Sidi Ifni, Tan-Tan y Tarfaya pero, fresca aun su independencia
Argelia aun recordaba la decisiva ayuda marroquí en su independencia.
Fue...él.
Total, el rey tuvo que intervenir de nuevo reafirmando
primero “ el constante compromiso y la constructiva cooperación del Reino para
llegar a una solución política definitiva en el marco de la soberanía marroquí”
lejos de las travesuras de Argelia y de su doméstico polisarista y llamando a
las cosas con sus nombres y no por adjetivos, recordando al jefe de la ONU “lo imperioso de preservar
los parámetros de la negociación tal y como están definidos por el Consejo de
Seguridad, salvaguardar el marco y las actuales modalidades del papel de la ONU y evitar “enfoques
parciales y opciones peligrosas” y por su esto no resultara lo suficientemente
claro e explicito: “todo extravío de esta vía seria fatal para el proceso en
curso y portador de peligro para todo papel de la ONU en el expediente”.
Mas clara, el agua. El mensaje ha llegado.
De nuevo fue… él.
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