Era ayer. Estaban todos los que eran y eran todos los que estaban: el
secretario general del Consejo Nacional de Derechos Humanos, el presidente del
Centro de Estudios en Derechos Humanos y democracia, el presidente del OMDH y
el presidente del Foro por la dignidad.
Se trataba de una interesante conferencia sobre el no menos interesante
tema de la “necesidad y la urgencia de poner en marcha la gobernancia
securitaria”, organizada por la
MAP bajo el tema “Derechos Humanos y el Estado de Derecho en
Marruecos: realizaciones y perspectivas”. O lo que es casi igual: que los
responsables encargados de la seguridad de Marruecos respondan por sus actos y
sus acciones y que hagan un equilibrio entre, por una parte, su misión de
preservar el orden y de proteger los bienes y las personas y la imperiosa
importancia de respetar los derechos de los marroquíes.
Ideas, algunas muy interesantes, como la de colocar a los responsables de la seguridad bajo la autoridad del primer ministro « para evitar la vuelta a las torturas de toda naturaleza » o la necesidad de que los organismos encargados de la seguridad estuvieran mas en contacto con la sociedad en la que evolucionan o incluso la necesidad de formación de los agentes de la seguridad en materia de derechos humanos.
Ideas, algunas muy interesantes, como la de colocar a los responsables de la seguridad bajo la autoridad del primer ministro « para evitar la vuelta a las torturas de toda naturaleza » o la necesidad de que los organismos encargados de la seguridad estuvieran mas en contacto con la sociedad en la que evolucionan o incluso la necesidad de formación de los agentes de la seguridad en materia de derechos humanos.
Otro paso en el buen sentido. Muchos y muy a menudo reclaman que los
responsables de la seguridad de los marroquíes deben comprender que la
protección del ciudadano pasa inevitablemente por su respeto y el respeto de su
derecho a discrepar que es su mejor seguridad.
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