En el Salón Internacional de Turismo de
Goteborg una banda de provocadores polisaristas con la ayuda de elementos
extremistas suecos irrumpió en el pabellón marroquí, comenzando una serie de travesuras
que suscitaron la indignación y la repulsa de los visitantes locales.
Pese a lo cual, el pabellón y sus
productos han conocido un entusiasmo sin precedentes, de los visitantes, tanto
locales como extranjeros, de los diferentes operadores y agencias de viajes
suecas y europeas como respuesta a la “guerrilla”
del Polisario y sus contratados suecos y como repulsa popular a este tipo de
vandalismo organizado.
De hecho, cada ano miembros de la banda
polisarista se presenta ante la entrada principal del pabellón marroquí en este
certamen turístico sueco e interpreta la misma y aburrida comedia.
Al término de su “espectáculo” el número
de los interesados por el destino Marruecos, particularmente las estaciones
balnearias y el Sahara Occidental Marroquí ha conocido un espectacular
incremento.
Tanto es así que la Oficina Nacional Marroquí de
Turismo (ONMT) ha anunciado su estrategia para el
año en curso y que consiste
en atraer al Reino 100 000 turistas procedentes de los países nórdicos
europeos.
Así las cosas, además de la indignación
que suscitan, las payasadas polisaristas comienzan a producir impactos
literalmente contrarios a los buscados por el Polisario y muy positivos para la
victima de su vandalismo.
¿No hay “mal” que por bien no venga?
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