Las ofensas y el
desprecio francés a Maruecos y sus representantes deben cesar a raíz la
vejación del cacheo del ministro de Exteriores y Cooperación, en flagrante
violación de la Convención
de Viena sobre las relaciones diplomáticas, los usos y costumbres internacionales
en la materia e incluso contra la legalidad misma.
Un toque del canciller
galo a su homologo marroquí y… borrón y cuenta nueva. El tratamiento muy
preferencial acordado a Francia y a los franceses en Marruecos no será
alterado.
Sin embargo no somos
pocos los que no debemos nada a Francia ni a su “generosidad”.
Al contrario, tampoco
somos pocos los que creemos que, sin rencor ni odio alguno, en la
responsabilidad histórica de la expoliación de los confines saharianos, entre ellos Tinduf (marroquí
hasta 1934) sin lo cual nunca Argelia ni nadie habría inventado frentes y
campamentos de” refugiados” ni hubiésemos tenido que hacer frente a tan graves
atentados contra nuestra integridad territorial.
Hoy, el nuevo desden francés constituye otro atentado
contra nuestra integridad moral y nuestra imagen en tanto que Estado soberano e
independiente, mayor y vacunado.
No puede ni debe
bastar una simple y breve excusa a tan grave menoscabo diplomático, sino es
necesaria e incluso indispensable una promesa categórica de que se cesara este
ciclo de deshonras iniciado por el Embajador francés en la ONU cuando nos calificó de “amante”,
se prosiguió con la irrupción de un comando policial francés ante nuestra
embajada en Paris para “detener” a un alto funcionario estatal marroquí y ahora
con el registro de todo un ministro de asuntos exteriores en ejercicio.
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