LA INVIABILIDAD DE UN “ESTADO” SAHRAUI

 
 
Con las intervenciones de José Manuel García-Margallo, ministro español de exteriores y de los ex cancilleres españoles, Marcelino Oreja y Javier Solana, el Real Instituto El Cano presentó el lunes pasado el Informe “Hacia una renovación estratégica de la política española”.

Se trata, como en todos los informes o documentos, de una visión, serena, global y coherente con los imperativos de la coyuntura y de cara al futuro de la región y sobre el plano internacional, teniendo en cuenta las metamorfosis geopolíticas que conocen el mundo y las permutaciones de la polarizaciones de un mundo en constante mutación. El actual informe tiende a ser, como lo subrayan sus autores, “elementos para conectar mejor el proyecto colectivo de España con el mundo globalizado”.

No obstante, algunos puntos del Informe como el relativo al Sahara, exigen algunas puntualizaciones porque, pese a ser explícitos en cuanto a la inviabilidad de un “estado” saharaui “poblado solo por unos centenares de miles de habitantes, no homogéneos y susceptibles de radicalización, preocupa más allá del Magreb”, omiten realidades históricas como el Acuerdo Tripartito de Madrid, firmado el 4 de noviembre de 1975 (ratificado por la ONU) y que, además de constituir responsabilidades históricas y “estar conectado con  valores e intereses relevantes para España y su sociedad”. Se componen de una declaración política y varios anexos secretos que forman la verdadera, aunque mas tarde negada por el signatario español, solución al problema y deben abolir aquello de que “España debe seguir trabajando para lograr una solución política justa y duradera a la “descolonización del Sahara Occidental” o la reunión de la Jamaa Saharaui (Asamblea constituyente que la propia potencia colonial española había instituido en el territorio que ocupaba) en Layun que se había pronunciado explicita y libremente por la marroquinidad del territorio. O incluso el Plan de Autonomía considerado de manera casi unánime como la, no solo la mejor solución, sino la única. O, El hecho reconocido por propios y extraños (incluido el organismo mundial) de que la inmensa mayoría de los sahrauies viven actualmente en su país: Marruecos, donde ejercen libre y voluntariamente sus derechos políticos (con, inédito hasta en la propia España, derecho a manifestar contra su país, dentro y fuera del él, lo que es inimaginable en los Campamentos de Tinduf o incluso en Argelia), sociales y culturales o finalmente el nefasto papel de Argelia que, en vez, de contribuir a la búsqueda de una solución al problema, crea problemas a las soluciones existentes o que puedan existir.

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