Política/Psicología popular Mi peluquero y yo

Parece que mi peluquero me esperaba esta mañana. A juzgar por su acogida, el hombre buscaba despejar incógnitas. Aparentemente tenia inquietudes o cuando menos, como se dice ahora, ecuaciones sin resolver.



-      Has tardado mucho, me dijo
-      Te recuerdo que yo no trabajo aquí ni soy peluquero
-      No, porque estaba impaciente de saber tu valoración
-      ¿Sobre qué?
-      Un ministro dijo que los que hablamos del fraude de los “servidores” del estado que se han servido de él, exponemos la autoridad del Estado
-      Será su opinión. Yo tengo la mía, tu también y me imagino que cada uno de nosotros tienen su ideal al respecto
-      Yo creo que si la autoridad del Estado consiste en encubrir a infractores como éstos, amigo…
-      No. No  creo que la autoridad del Estado exigiera de nosotros hacer la vista gorda ante tan escandaloso asunto.
-      ¡Hombre! Si el ministro tiene razón, creo que podemos prescindir de esta autoridad
-      Exactamente
-      Además el ministro que esgrima tan absurdo argumento tiene a uno de sus pesos pesados entre los “afortunados” inquisidores
-      Mira, amigo,  yo me limito a la lógica y a los principios éticos fundamentales de la política: no hablar del tema es convertirse en cómplice gratuito y en un mal ejemplo ciudadano
-      La verdad es que ya no confío en nada. Anoche el ministro de Economía hablaba de la salud económica del país, pero quién le va a creer aun…

-      ¿Ves? Es él y los que atracaron las parcelas de Ruta de Zair, los que hn expuesto la autoridad del Estado y mañana será un dirigente de algún  partido que nos venga a hablar de las virtudes y de su lucha y la de su partido por el pueblo,  para que el pueblo,  donde el pueblo y como el pueblo y bla…bla…bla.

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