Esglobal/EspecialCOP22: Fuera la era de las energías fósiles… Pepa Mosquera



 Una vieja casa junto a la planta solar de El Bonillo, Albacete, España. (Pablo Blazquez Dominguez/Getty Images)
Una vieja casa junto a la planta solar de El Bonillo, Albacete, España. (Pablo Blazquez Dominguez/Getty Images).
Bienvenidas la de las energías renovables y la eficiencia energética. Claves para entender por quéha llegado su momento.  
Hay un elemento que se repite de forma tozuda en la mayor parte de los conflictos que vive el mundo desde hace decenas de años: la cuestión energética. Es decir, el control de los yacimientos de petróleo y gas, el control de su transporte y el control de sus mercados.
Nos encontramos en la segunda década del siglo XXI y seguimos viendo que el cambio climático, causado por esa necesidad bulímica de petróleo y gas, no parece suficiente para conseguir pisar el acelerador hacia formas más sostenibles y no contaminantes de obtener la energía que necesitamos.
En realidad, el mundo lleva ya tiempo sumergido en esa encrucijada energética. Un camino trata de avanzar hacia la sostenibilidad. El otro, busca perpetuar hasta el límite de lo posible el modelo basado en los combustibles fósiles, probablemente porque muchas compañías del sector se rigen solo por la ganancia a corto plazo, sin tener en consideración el coste social y ambiental que suponen las extracciones, transporte y uso de los combustibles fósiles y están dispuestas a extraer hasta la última gota del subsuelo…. si se las deja.
Peso a ello, el cambio de rumbo ya se está produciendo. Lo reconoce la propia Agencia Internacional de la Energía, que augura para la energía solar fotovoltaica, por ejemplo, un futuro brillante. Incluso países tan ligados al petróleo como Emiratos Árabes están apostando también por las energías renovables, conscientes de que es imposible sostener sine die el modelo actual.
La cumbre de París lo ha ratificado y ha dejado claro que el cambio de modelo es urgente. La NASA acaba de informar, por ejemplo, de que la temperatura alcanzada en marzo de este año 2016 superaba ya en 1,28º la media del siglo XX para este mismo mes.
Gran parte de las organizaciones ecologistas del mundo se han mostrado muy críticas con lo logrado en París. Sobre todo porque el acuerdo deja una larga lista de incógnitas por resolver ya que no se han establecido compromisos ni calendarios de obligado cumplimiento para evitar que se superen los temidos 2º grados de aumento de la temperatura media.
Aún así, el mundo ha recibido una señal clara: la era de los combustibles fósiles está llegando a su fin, y los pasos para que sea así se están dando. Seguramente más despacio de lo que deberíamos, pero ahí está la sociedad civil para presionar y lograr que la era de las eras energías renovables y de la eficiencia energética llegue cuanto antes.
En  el año 2000 las renovables sonaban literalmente a chino, pero fueron conquistando espacio en todo el mundo, con mucho esfuerzo, aunque avanzando. España se convertía en uno de los países líderes de este desarrollo.
Llegaron tiempos peores. En España el sector de las renovables ha sufrido importantes impulsos y retrocesos. Sobre todo a partir de enero de 2012, cuando el Gobierno paralizó en seco su instalación.
Pese ello, pese a la nefasta política energética de los últimos años, al terminar 2015 había 23.000 MW eólicos instalados en España y 6.500 MW de energía solar, 4.400 en fotovoltaica y 2.200 en termosolar, tecnología en la que el país es líder mundial. La generación de electricidad con estas fuentes, junto con la hidroeléctrica permite generar la mitad de la electricidad que demanda España con fuentes libres de emisiones de CO2 y de residuos nucleares.
España cuenta, además, con algunas de las empresas más punteras del mundo en tecnologías renovables, lo que pese al tiempo perdido y a los empleos destruidos en el sector, la sitúa en una posición muy buena para los nuevos tiempos que se avecinan.
Esto no significa que la tarea sea sencilla: los ciudadanos no acaban de conocer ni de entender bien, todavía, el valor real de las renovables, entre otras razones porque han sido bombardeados con continuos argumentos sobre lo desmesurado de su coste y su supuesta inmadurez tecnológica.
Sin embargo, la realidad es que un sistema basado en renovables y en eficiencia energética no solo es deseable desde el punto de vista ambiental sino que con el apoyo de las nuevas técnicas de almacenamiento es perfectamente factible desde el punto de vista tecnológico. Además, numerosos estudios demuestran que este sistema no supondrá ningún encarecimiento del precio de generación de la electricidad. Más bien lo contrario.
Así que, descartados los impedimentos técnicos y económicos, parece claro que el principal motivo que obstaculiza la transición energética es político. Hay que tener en cuenta, en cualquier caso, que cambiar todo un sistema energético supone una importantísima reconversión económica y social, y esto no se hace en dos días, sino de forma progresiva pero mantenida en el tiempo.

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