Quizás con una actitud menos hostil y menos
destructora hacia Siria, este país hubiera estado menos alineado a Irán y a
Rusia. No fue así y todo apunta hacia la eventualidad de que no lo vaya a ser.
La miope política de muchos países árabes hacia Siria y la contradictoria
cuando no anti-árabe línea de la Liga árabe, con sus ricos y los pobres (unos
que dan, otros que piden) han creado una situación, cuando menos, anti-natural
en un mundo árabe que necesitaba, más que siempre, más unidad, mas solidaridad
y más inter-ayuda.
Al final todo el mundo sale perdiendo. Nadie ha
ganado ni puede ganar. Las fanfarronadas de unos y la cada vez más “desarabizacion”
de otros conducen a una situación que nadie podrá jamás lamentar lo suficiente.
Los hombres pasan, quedándose los Estados y muy a menudo regímenes bajo otra
forma u otra manera.
Se ha recorrido la gran parte del trayecto hacia el
caos y la pérdida de la soberanía y de la independencia y no van a ser los petrodólares
que lo van a impedir, entre otras cosas, porque son de “otros”.
Total: nos encontramos a medio camino de dos bloques
en este martirizado mundo árabe: Un bloque con Israel y otro con Irán. Los árabes,
por más que se diga lo contrario dejaron de ser protagonistas o amos de su
propio destino. Rusia, Estados Unidos, Irán e Israel… y las guerras por procuración
y la comida de ajos con la boca ajena. Defienden causas ajenas con concepciones
foráneas y recursos propios.
¿Y los pueblos? No cabe duda de que su sentido
nacional sigue intacto y es la esperanza. Estados Unidos y la OTAN apoyan a los
regímenes a sofocar su ímpetu pero la impotencia no va a durar mucho, no
gracias a un esperado despertar, sino a la irreconciliable posición de Rusia y
EEUU y a través de ellos de Irán y Occidente (Israel). Unos se han hecho
fuertes desarrollando su país, otros más pobres, contribuyendo a empresas
coloniales y neo-coloniales.
¿Y si damos marcha atrás y nos reconciliamos todos?
No. NO. No se debe responder, dejemos el tiempo al
tiempo.
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