El proyecto de ley relativa al acceso
a la información no parece seducir a la sociedad civil marroquí. Por lo menos
es la constatación durante la Jornada de estudios organizada el martes pasado
en la primera Cámara del parlamento por los grupos de la mayoría cuando el artífice
del proyecto el ministro de la Función publica, Mohamed Moubdie ha intentado, como lo califica esta manana "L'Economiste", vender el texto y para quien este proyecto, inspirado de las recomendaciones de
los trabajos nacionales del acceso a la información, organizadas en junio del
2013 “está tan avanzado como los textos similares a los de países como Canadá,
Suiza y Dinamarca”. O sea que la tentativa de convencer no ha hecho otra cosa
que provocar una ola de ironía y de sonrisas ilustrativas de la reprobación.
Punto màs, punto menos, lo que propone
el ministro es, según casi todo el mundo insuficiente para asegurar a la opinión
pública, que parece haber comprendido que las amenazas que hace pesar esta
reforma afectan directamente el derecho a la información de los marroquíes,
derecho, recordémoslo de nuevo, garantizado por la Constitución.
Total en opinión de la inmensa mayoría
de los marroquíes se trata de una nueva amenaza para el acceso de la información
en este país y que la referencia a países como Canadá o Dinamarca no puede engañar
a nadie.
Los profesionales de la información en
Marruecos y con ellos prácticamente todos los marroquíes esperan ampliar,
reforzar y mejorar este acceso a la información. Ellos deben informar màs y
mejor y los lectores o telespectadores o radioescuchas deben estar mejor y
objetivamente informados.
Y es que muchos, sobre todo altos
cargos en este país siguen confundiendo entre la velocidad y el tocino.
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