Morir en Ramadán, rezando y ayunado ¡Silencio… se mata!


En una de las mezquitas de Kuwait-City, 29 fieles musulmanes murieron rezando y ayunados. En el Islam no puede haber pecado más mortal y menos justificable. Por ello, los agresores ni eran musulmanes ni podían ser islamistas. Eran, eso si, viles ejecutores, por procuración, de un 
 Koweit-attentat
proyecto literalmente extranjero y opuesto al Islam y sus preceptos de misericordia, tendente a sembrar la discordia, el odio y hasta la guerra doctrinal entre los miembros de la misma comunidad musulmana. ¿Qué musulmán o islamista, por más trasgresor de las leyes y preceptos del Islam, se atrevería a cometer tan horrible atrocidad en un mes sagrado y de clemencia, perdón y reconciliación como Ramadán?
No. Los que cometen estas barbaries ni son musulmanes ni pueden ser islamistas. Pero seria absolutamente legítimo preguntarse por los países, personalidades doctos religiosos y amantes de la paz y de la justicia en este convulsionado, moldeado y modelado mundo árabe-musulmán que han condenado (hasta ahora) el atentado de Kuwait.
Egipto, Jordania, Estados Unidos (¡como no!), Irán (es normal), Irak y Hizbolah.
¿El resto? ¿Dónde están los “defensores” del Islam y sus valores que proliferan en mil cadenas de televisión, pregonando lo inútil y lo superfluo?
Este silencio, esta indiferencia y esta complacencia constituyen, in facto, una implícita (y asimismo explicita) complicidad con Da’esh y sus crímenes contra la humanidad entera.
29 fieles musulmanes, rezando y ayunados, en pleno mes sagrado de Ramadán y además kuwaitíes, son  masacrados sin que la condena, en los países del Golfo, primero (del que es miembro Kuwait), luego en el mundo árabe e islámico y finalmente en el mundo, cobrara la dimensión que debe prevalecer en este tipo de tristes circunstancias.
¡Silencio, se mata!
Los “hermanos” que no han condenado o no lo hacen de la manera  suficientemente enérgica y rigurosa, elevan, eso si, al más alto nivel la alerta en previsión de potenciales actos terroristas contra ellos. Porque saben pertinentemente que el terrorismo al que han contribuido con su silencio, a desarrollarse, ni es musulmán ni es islamista y que al final acaba siempre mordiendo las manos de los que le ofrecen la ayuda.
Allí está el ejemplo de Francia. ¿Por qué Francia y no el Reino Unido o Alemania? Sencillamente porque, desde la llamada “primavera árabe”’ y más concretamente su etapa libia, Francia se ha mostrado muy generosa y muy activa en la creación e impulso de lo que hoy comienza a ser considerado como “enemigo publico N°1”: Dae’sh y demás grupos terroristas que llama irónica o sádicamente “moderados”.

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