Terrorismo y su fianza : Uno y otros...



Desde Al-jama’a al-islamiyah al-muqatilah bi-Libia hasta el llamado “Estado islámico en Siria y en Irak y ahora en Libia y casi por todas partes, pasando por Al-Qaida, Al-Shabab, Ansar al-Islam, Asbat al-Ansar, Anusra, Aqmi y otra larga y horrible etcétera entre los que Estados Unidos y otros países occidentales catalogan como “moderados” y los que independientes de ellos son, para ellos terroristas, todos dan muestra y ejemplo de una mortífera “solidaridad” que permite a muchos de ellos tener, como apunta el reciente informe de "The Inter-university, Centre for terrorism studies" (citado hace poco aquí en este blog) “una enorme capacidad de movimiento mas allá de sus bases entre el océano Atlántico y el mar rojo para cometer atentados”.
 
O sea estamos ante un terrorismo, más allá de algunas divergencias de orden ideológico o dogmático, ante un terrorismo transfronterizo. Algo así como una Internacional terrorista a cuyos miembros une la sangre de los inocentes y trasnochados sueños de hegemonía confesional.
Esto puede parecer normal, lo que lo es menos es la situación de su (o sus) adversario (o adversarios) muchos con miras expansionistas, otros con desmesurados apetitos económicos y casi todos con estrategias geopolíticas propias, pero divididos, desmembrados, desunidos y discrepantes en cuanto al blanco y la diana.
La relación de fuerza pues es desproporcional: mientras que todos los grupos y fracciones terroristas, incluidos los más dispares y los más heterogéneos actúan en un marco de estricta solidaridad e inter-ayuda en sus criminales empresas, los países que pretenden luchar contra el flagelo ni siquiera están de acuerdo, ni sobre quién es terrorista y quién no lo es ni sobre la valoración o concepción de los países victimas de este terrorismo. De donde las rivalidades entre unos y otros genera flujos de ayuda logística (el caso de Turquía), económico-financiera (países del Golfo) y en armas y municiones e indirectamente política y diplomática (el caso de Francia, Reino Unido y muchos otros, unos discretamente, otros menos).
Ante esta abismal menos valía, los diferentes grupos terroristas, especialmente las hordas de Abi Bakr Al Bagdadi han encontrado un terreno abonado por Turquía y sus proveedores de fondos del Golfo para llegar hasta Libia, de donde, dentro de muy poco constituirá una amenaza potencial a los países europeos de la rivera norte del Mediterráneo. Mientras tanto, en los huérfanos esfuerzos para hacer frente a esta lacra, Argelia, se esfuerza en imponer sus selectivos puntos de vista y sus conceptos de lucha anti-terrorista y de quién debe participar y quién no debe participar, con su rivalidad con Marruecos sobre el Sahara Occidental marroquí como epicentro y como fuerza motriz. O estados Unidos y otros países occidentales que obran en función y de conformidad con estrategias para salvaguardar el papel de gendarme de Israel y su supremacía en un mundo árabe del que solo usurpan las riquezas y chupan su sangre.
En efecto la ausencia de una política anti-terrorista común y la drástica falta de congruencia en la acción de unos y otros, ha permitido, por su vertiginosa rapidez y velocidad, inexplicables para una evaluación normal y contraria a la lógica bélica de los países en donde se ha desarrollado como Irak o incluso, desde hace unos meses, en Libia.
Esta tendencia no va a poder durar y es, justamente lo que estados Unidos, Francia y sus satélites periféricos en el mundo árabe no han comprendido. De una forma u otra, se va a imponer un orden en las ideas y en las acciones y oriente Medio volverá a ser lo que era.

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