Las verdades de unos y otros: Tiempo de reflexión





Una breve historia del patrimonio musulmán:
 prière
Wahb Ben Munabbeh ha contado: “Uno de los tiranos ha construido un castillo. Una pobre anciana construyó muy cerca del castillo una cabaña para vivir en ella. Un día, este tirano dio una vuelta en caballo al rededor de su castillo y vio la cabaña, preguntando a su séquito de quién era la cabaña, le respondieron que pertenecía a una pobre mujer que la construyó para vivir en ella. El tirano dio entonces la orden de destruirla. Al regresar, la anciana encontró destruida su cabaña. Preguntó:
-         “¿Quién la ha destruido?”
-         Fue el rey, le respondieron, quien dio la orden para destruirla
La anciana levantó, entonces, la cabeza hacia el cielo y dijo: “Señor, si yo no estaba ¿Dónde estabas Tú?”.
Dios Ordenó a Gabriel derribar el castillo con sus habitantes. Gabriel ejecutó la orden.[1]

Patrimonio musulmán porque diariamente, como escribe Jacques-Alain Miller esta mañana en “Le Point” sobre “a cada cual, sui verdad”, se debate en todos los sentidos y en todos los tonos de lo por y de lo contra, de lo justo y de lo injusto, del bien y del mal”.

Si. Es verdad: cada uno tiene su idea de la justicia. Es “una constante antropológica”.

¿Qué hacer? ¿A quién creer? ¿Quién tiene razón y quién no la tiene? O lo que es peor… ¿Quién cree tener esta razón?

Al Imam Al Acha’ari dijo: “Quien insiste en su idea, comete una injusticia y quien impone su idea, blasfema”.

Los “charlie”, Pegida, HaIjud HaLehumí, Israel Beitenu o Dae’sh pertenecen a la segunda categoría, mientras que los que insisten en estimular con diferentes medios, de distintas maneras y de diversas formas, a la primera. La cúpula alemana tiene, no obstante el mérito de desmarcarse de su lacra: “El corazón lleno de prejuicios y de odio”. Lo dijo la cancillera alemana Ángela Merkel refiriéndose a “su” Pegida.

Por su parte su ministro de exteriores, Frank-Walter Steinmeier, se inquietaba del impacto de los islamofóbos de Pegida sobre la imagen de Alemania en el extranjero.

¡No faltaba más! Que yo sepa, la siniestra “solución final” no es obra de ningún árabe.

"Non ridere, non lugere, neque detestari, sed intelligere"  (Ni reír, ni llorar, ni deshonrar, sino comprender…” Lo dijo Baruch de Spinoza.
Fácil a decir, difícil a ejercer o por lo menos encarnar.
“Dios Tregua, pero no Descuida”, dicen los musulmanes. La reciente avalancha de los mandatarios no musulmanes hacia RIAD para presentar sus condolencias en una interminables cola y a empujones ilustra cabal y fehacientemente la diferencia (para Occidente) entre el Islam, “islamismo”, hipocresía e intereses.
“Sin embargo… da vueltas”. La verdad sobre la verdad existe y su luz revienta la indiferencia.


[1] Kitab Al Kabaїr  (Los Grandes Pecados de : Mohammad Ben Ahmad ben Osman Az-Zahabi

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