Estados Unidos/Arabia Saudita: Perspectivas y desafíos



Pocas horas después del relevo en el trono en Aragua Saudita, los observadores se han  puesto deshojar la margarita geopolítica en la región y en el mundo y lo que el cambio puede acarrear sobre la escena económica y de alianzas en Oriente Medio y en el mundo.
 Barack Obama quitte l'Arabie saoudite, le 29 mars 2014, où il vient de rendre visite au roi Abdallah Ben Abdelaziz al-Saoud.
Primer signo revelador ha venido de Estados Unidos, cuyo presidente ha sido uno de los primeros en reaccionar a la muerte del rey Abdellah, saludado “un valioso amigo y un sincero dirigente” que, según el presidente Barack Obama ha tomado decisiones muy valientes en el proceso de paz en Oriente Medio. “Estaba convencido de que las relaciones saudi-americanas son importantes para la estabilidad y la seguridad en Oriente Medio y mas allá”.
En efecto durante sus 10 anos de reinado en el reino petrolero, Estados Unidos y Arabia Saudita permanecieron aliados a veces a expensas incluso de crudas criticas de algunos dirigentes árabes que veían en esta alianza un “instrumento para garantizar los intereses estratégicos y económicos de Estados Unidos a expensas de los de la nación árabe” en alusión al incondicional apoyo de EEUU a Israelí y sus repetidas agresiones contra sus vecinos.
Al día siguiente de los ataques del 11 de septiembre, Estados Unidos y el mundo descubrieron con estupor que 15 de los 19 protagonistas de aquellos atentados eran saudíes, lo que había congelado las relaciones entre Washington y Riad. Pero con la llamada iniciativa saudita de reconocimiento de Israel, las relaciones entre ambos se han mejorado, ya duraderamente.
No obstante, desde los recientes ataques terroristas de Paris, el papel de Arabia saudita figura, aunque muy discretamente, en pleno centro de las reflexiones y dilemas de la Administración Obama así como de la comunidad de seguridad nacional en Washington.
Efectivamente la vertiginosa propagación del neo-salafismo que constituye una seria amenaza a medio y largo plazo, parece, según muchos indicios, comenzar a balancear la función estratégica cuando hace escasamente siete anos, los lazos entre la promoción de esta doctrina extremista y la banda de Al Qaida se veían en Washington generalmente como muy distantes.
El asesinato por el llamado “Estado islámico” de un general saudi Oudah al-Belawi enviado a la frontera norte del país para valorar la lealtad de algunas unidades juzgadas no fiables ha vuelto a plantear la preocupación de Estados Unidos en cuanto a la progresión de las ideas del “EI” en algunos sectores de la institución militar saudita. “El ataque contra el general, revela una fuente de la inteligencia americana al diario francés Le Figaro, estaba muy bien planificado, fundado en informaciones precisas comunicadas desde el interior del ejército”.
Sin embargo, dependiendo del petróleo saudi y vinculados a su relación con la familia real, los americanos vacilan y van a vacilar a poner en tela de juicio su alianza con Riad, prefiriendo incluso, según fuentes fidedignas, mantener secretas las infamaciones que poseen en torno a una presuntas relaciones de algunas personalidades saudíes en el apoyo del terrorismo en la zona y fuera de ella.

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