Cumbre mundial sobre el terrorismo en Washington: “En la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias” (Robert Green Ingersoll)




 El domingo próximo Washington será escenario de otra Cumbre mundial contra el terrorismo.
Según el secretario de justicia americano (ministro de justicia) Eric Holder este “conclave” “permitirá a Estados Unidos (creadora, según Hillary Clinton en su libro ‘Hard Choices’ que acaba de ser publicado) discutir con sus ‘aliados’ los medios que inherentes de poder contrarrestar el extremismo violento en el mundo”.
Se va a tratar, según un comunicado de la Casa Blanca, de “impedir a los extremistas violentos y sus partidarios de radicalizarse, reclutar o inspirar a individuos o grupos en Estados Unidos o en otras partes con el fin de cometer actos de violencia”.
¿Cómo? Luego ¿Cuál podría ser la más atinada definición del extremismo violento? Finalmente ¿Cuál es la formula mágica para hacer frente al fenómeno terrorista, creado, impulsado y promovido por los Estados Unidos (Hard Choices)?
En todo caso, la idea puede ser, además de pertinente, útil, productiva e incluso providencialmente positiva para todos. Ahora bien, el terrorismo llamado eufemísticamente “islamista” tiene, como todo, sus causas, sus orígenes y sus motivaciones, unas de las cuales (entre las más graves y las màs incidentes) son la provocación, el desafío, la ofensa, la injuria y la profanación de los valores religiosos.
¿Va a consagrar la Cumbre de Washington sobre el terrorismo algún espacio en su agenda a las motivaciones de tan crueles actos terroristas como las contra el odioso semanario francés Charlie Hebdo, màs preocupado en sus ingresos que en valores humanos y morales?
A pesar de los clamorosos aplausos de muchos a la provocadora e insultante redundancia de Charlie Hebdo, las máximas autoridades  cristianas de Oriente Medio han condenado en términos crudos pero acertados tanto el odioso crimen contra periodistas del semanario galo como “el odioso crimen” de éste.
Si. Entre las religiones sigue habiendo un dialogo de civilización y con él, la esperanza de llegar a compromisos inherentes de salvaguardar la convivencia y la coexistencia pacifica entre todos.
Si ninguna causa es legítima ni licita para matar, tampoco hay alguna causa, en nombre de lo que sea, para profesar y trasmitir la cultura del odio, del desprecio y de la humillación.
Por ello, entendemos que la intolerancia de los responsables de Charlie Hebdo al volver a publicar las ofensas contra los musulmanes, solo es comparable con la de los terroristas que lo atacaron la semana pasada.

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