"Yamna o Memoria ĺntima" de Said Jedidi. Hoy: Inyección letal. IV




« En el Día del Juicio Final pesará la tinta de los sabios y la sangre de los mártires. No habrá ninguna diferencia entre ambas »
                                                                                                                 Profeta Muhammad (SAS)
 

El espejo del alma. Miedo, orgullo o los dos. La nueva situación no dejaba indiferente a nadie. La familia se preguntaba cómo y hasta qué punto la broma de Ami Abdeslam y sus imprevisibles consecuencias sobre la vida y...obra de Yamna podían constituir un punto de inflexión en su vida cotidiana, hasta entonces tranquila y apacible. Todos, eso si, deseaban que al final resultase, como diría R’Kucha, simple malentendimiento creativo e incluso cordial y amistoso.
Cada vez más monstruosamente amable pero compleja y desconcertante, Yamna mostraba un asombroso talento pedagógico. Hablaba poco pero hacia uso de una atinada razón. Ahora aceptaba con un  desmesurado ardor las habituales caricaturas verbales. Su sensación de impotencia fue eclipsada literalmente por una visión amplia y comprensiva. Se mostraba enigmáticamente complaciente con la nueva geometría familiar y derrochaba una generosidad cándida con los que no estaban de acuerdo con su obstinada manera de obrar. Proseguía indiferente pero màs descaradamente su ritual orgiástico.
     -     Se diría que està ya curada
     -     Casi
     -     ¿Casi?
     -     Ya la ves. Està en plena forma. Además tú misma lo dijiste y si lo dices será porque lo observaste.
     -     Esta mujer està loca. A mí, lo suyo me parece como el que toca el tambor que, al terminar la música, toca precipitadamente
     -     No digas esto, mujer, que Dios le dé larga vida 
     -     Esta es una casa de locos pero no te preocupes porque a este ritmo seguramente vamos a tener que preparar un entierro de primera
     -     Casa de locos y sobre todo de locas. Espero no vivir hasta ver que a cada cual su tortuga
     -     A este ritmo...
Tetuán seguía lamentando en silencio su ferrocarril «  un elemento casi imprescindible en su historia con la vecina Sebta  que, con mucho trabajo, recorría los cuarenta kilómetros entre ambas »[1].
En la delegación del Turismo, el enorme Bertuchi desmentía categóricamente a los que formulaban dudas sobre el esplendoroso pasado de la ciudad.
     -     Dicen las malas lenguas que se lo había robado un ministro de turismo
     -     Afortunadamente lo devolvió
     -     Eso dicen. Después de que se armara la de « San Quintín »
     -     Lahu Aalam[2]
En la espléndida costa tetuaní se soñaba en español y en los puntos fronterizos se respiraba el contrabando. « Cuando salí de Marruecos, salí cargado de mecheros »[3]
En la casa todo el mundo o casi se sentía entre el muro y la pared. Se comenzó a preparar el post-scriptum. A medida que pasaba el tiempo la tortuga se hacía menos  asequible a los demás. Más discreta... casi invisible.
Por su casi sacerdocio en los preparativos de la ceremonia, Yamna respondía a todos de manera lapidaria. Engañaba el aburrimiento cambiando la leche de un recipiente a otro y mantenía un total misterio sobre cuándo, cómo y dónde va a «  sacrificar » a la ya Santa  Tortuga.
     -     A mí me dijo que será lejos de casa
     -     ¿Dónde?
     -     No lo sé. Se limitó a decirme que no quería abusar y que sabía que molestó mucho y que lo lamentaba y que bla...bla...bla
     -     No lo creo. De todas formas no tiene donde pasar cuatro o cinco días porque eso es lo que dura el cocido de una tortuga
     -     ¿Cuatro o cinco días?
     -     O más
     -     En cinco días se puede cocer hasta una roca
     -     Una roca es posible, no una tortuga
     -     ¿Alguna vez comiste una tortuga?
     -     ¡Que no, tonto, que no! ¿Cómo voy a comer, yo, una tortuga? ¡ Qué asco !. Me lo contaron
Engranaje moral. La fuerza perturbante de los pretextos de Yamna y su nueva y asombrosa visión a largo plazo fascinaban e inquietaban.
Con ironía pero con cierta admiración, cuando Yamna prefería, como se le ocurría a menudo, no responder a las impertinentes preguntas, Yussef citaba, medio irónico medio amable, la enmienda de la constitución de los Estados Unidos que autoriza a guardar silencio en vez de testimoniar contra sí mismo.
¿Palabras que disfrazaban otras intenciones?
     -     Ni esto es Estados Unidos, ni ella es estadounidense. Esta casa tiene su propia Constitución, replicó con cierto fervor F’Dila, clavando fijamente sus ojos en Ami Abdeslam
     -     Es cierto, respondió éste con la mirada perdida en el horizonte
Inspiración unívoca de quien, al creer que hasta entonces nunca conoció la derrota, comenzaba a creer que toda defensa de Yamna podía encubrir una acusación contra él.
Entre rabia y conmiseración, aceptaba ahora el hecho consumado, recuperando parte de su cultura del humor.
     -     He hecho todo lo que podía. Ahora si quiere que coma, no sólo una tortuga, sino un elefante, allá ella
Sentencia de Salomón: Para ella el derecho de cocinar tranquilamente su tortuga. Para ellos, en un alarde de consideración por este nuevo espacio de reflexión al que contribuyó a crear involuntariamente en la casa, el derecho de reconocer su incapacidad de abolir la casualidad.
Con los brazos desnudos y un cuerpo de hada, Yamna que parecía una ascética que desafiaba la vejez, irradiaba placer pero obraba con una imperiosa prudencia para no ver interrumpido su sueño. «  Sin exclamaciones ruidosas », decía en broma a la tortuga.
Todo estaba listo… exhaustivamente preparado. El imaginario doméstico no llegaba a descifrar su crucigrama. Intrigaba a todos. ¿ Cuàndo serà?, ¿ Dónde? Y ¿ Cómo?
Las tres preguntas a flor de boca.
     -     Por encima cultiva el misterio y la incertidumbre
     -     ¿Y a tí qué te importa?
     -     ¡Hombre! por lo menos merecemos saber algo de su maldito proyecto
     -     ¿Maldito? ¿Merecéis? ¿Quiénes sois vosotros? …¿Qué puñeta sois? ¿Qué es lo que disteis a esta pobre mujer para que pase su puñetera vida, como dices tú, rehén de vuestra imaginaria deuda ?
     -     Si. Mil veces maldito porque la hija de puta nos puede morir y..
     -     Termina
     -     .. Y con lo que cuesta el entierro hoy en día
     -    ¿Pero, quién te pidió tu contribución? Sí tú no tienes nada. Nunca has tenido nada. No olvides F’dila que tú eres exactamente como ella. Que eres repugnante
     -     ¿Qué quieres decir con como ella?
     -     Que no eres de la familia. Que eres una criada y...
     -     No. Sigue. Sigue
     -     Lo siento
La genealogía hacía flote. La familia pasaba, con una inquietud lancinante, de una postura a otra como si hojeara las páginas de un libro.
     -     Lo que supone, aunque nunca se admitirá, una verdad reformista, resumió AMI H’Med con una sonrisa, visiblemente satisfecho del «  zafarrancho » que vivían los detractores de Yamna, que en parte eran suyos también. La casa recuperaba parte de su normalidad. Su vehemencial rigor y su conducta conceptual volvían a dibujarse poco a poco. Yamna y su «  osadía » precipitó otras reconciliaciones pero también, lo que nadie hubiese atrevido a imaginar : un pensamiento crítico.
Las relaciones ama de casa-criada pasaban bajo el microscopio. El trato de la primera y a través de ella el resto de su familia, a la segunda  comenzaba a escapar impávidamente al imaginario doméstico existente hasta entonces en todas las familias puramente tetuaníes o tetuanizadas. Un nuevo orden de lo simbólico.
Sin luchar para conseguirlos, Yamna conquistaba derechos que todos, hasta entonces, no estimaban inalienables. Sus nuevas e incomprensibles indiscreciones rebuscadas eran consideradas como una capacidad de creatividad.
De ignorante y analfabeta ha pasado a ser de sopetón una sabia y una clarividente aunque controvertida que suscita admiración, inquietud, irritación y envidia.
     -     Estoy deseando que termine este circo
     -     ¿Circo?
     -     ¡Claro! El peor de los circos. ¿No ves cómo vivimos desde que surgió esta maldita historia de la tortuga?
     -     ¿Y quién sacó tu maldita historia de la tortuga?
     -     ¡Hombre! No importa. Pero su condición social le exige ciertas concesiones
     -     ¿Su condición social? ¡Qué palabrota! ¿Y todos nosotros que condición social tenemos? Sigues tan o más analfabeta que ella
     -     ¿Por qué?
     -    Porque confundes, como todos, las concepciones. En esta ciudad. En esta sociedad. En esta familia nunca hubo ni va a haber nunca, jamás una aristocracia y..
     -     Condiciones sociales.
     -     Eso
     -     Una doméstica cobra. Tiene y debe tener derechos. Està protegida en principio por una serie de leyes de trabajo e incluso en algunos países está afiliada a sindicatos de su gusto o de su ideología. Tiene un estatuto laboral. Pero sobre todo es un ser humano y una trabajadora como el resto de la masa laboriosa.
     -     Vuelves a tus discursos machistas leninistas
     -     No
     -     Si. Que a mi no me gustan tus argumentos anarquistas.
     -     ¿Anarquistas?  ¿Por qué sueltas palabras, cuyo significado y alcance humano ignoras?
     -     Todos dicen que tú eres comunista
     -     No. Yo soy anarquista. Más que Durruti y más humanista que Abu Al Alaa Al Maari [4]
Yussef encontraba dificultades en la conversación con los miembros de su propia familia. Trataba de no ser virulento con los que no querían comprender los imperativos de la  nueva vida. La historia de Yamna no parece haberle sorprendido. Al contrario, él creía que lo mejor sería dejar a la buena mujer ensayar lo que ella creía su remedio providencial.
Un brusco cambio en el código genético.
     -     A mi me gustaría saber ¿Si tan peligrosa es la carne de la tortuga por qué, se la habéis recomendado?
     -     Fue Ami Abdeslam
     -    « No fue yo, fue el otro». Pero con vuestra cachonda complicidad. Que le diga ahora la verdad
     -     Se la ha dicho
     -     ¿Y qué?
     -     Nada. Oído de mercader
     -     Pues…
     -     Hicimos lo que humanamente se puede hacer.
     -     Pues ya està. No sé por qué armáis la « De San Quintín »
     -     Tienen miedo de que muera
     -     Es adulta y vacunada
     -  Creo que es inútil seguir hablando contigo, Yussef. España te ha cambiado mucho...Muchísimo
     -    No fue España, sino, la vida, la edad y los estudios… el saber más. Yo también creo que es inútil seguir hablando de este tema. Marruecos ha evolucionado mucho y no queréis ver más allá de vuestras narices.
Sintiéndose incomprendido, Yussef decidió no volver a hablar del asunto, incompatible con su « nueva » manera de valorar la función social.
Las fiestas que volvían a unir a la familia esta vez le intrigaban. Regresados  desde lejos, los hijos asistían a un atavismo que casi no soportaban. En casa se respiraba el suspense y la preocupación.
     -     Personalmente creo que se la debéis dejar tranquila, aconsejó por su parte Fadl
     -     Pero, si nadie la molesta
     -     ¿Cómo no la molestáis si todos vosotros pasáis todo el día averiguando lo que ha hecho y lo que dejó de hacer?
     -     Por su bien porque..
     -    Mira, ella sabe mejor que nadie lo que debe hacer por su bien. Es su bien. El suyo. Y no el vuestro. ¿Por qué no hacéis un esfuerzo para comprenderlo? La mujer es adulta y vacunada. ¿Puedes comprender lo que significa todo esto?
Sin saber cómo calificar esta « importación » de un nuevo código de conducta, algunos miembros de la familia presagiaban decline. Luchando desesperadamente para imponerse, chocaban con la influencia de los hijos, cuyas nuevas formas de pensar consideraban forasteras pero a los que los padres comenzaban a dar crédito.
Yamna fue la causa y la ocasión y precipitó la reforma, tan anhelada por unos y tan temida por otros.
     -     No sé por qué cuando estáis aquí me siento más segura, confesó Yamna cuando Yussef se interesó por su salud
     -     ¿Quién  te amenazó?
     -     No. No. Nadie. Es así y punto. ¿ Cómo diría yo? Aportáis un aire fresco. Algo así como una comodidad familiar. Es simple sentimiento. A lo mejor me equivoco. Pero contigo y con El Fadl me siento protegida… infinitamente más libre e invulnerable
           Imposible de desenredar. Nunca hubo la menor posibilidad de reconciliar los criterios. Ahora menos. Yussef desde Valencia y Fadl desde Rich[5] convulsionaban, sin saberlo, las coordinadas de la función familiar. Sano para unos, pero peligroso para la idiosincrasia de los miembros de la familia más retrógradas.
           Los vientos de cambio y de reformas aportados por los dos hijos encontraban eco ante los padres, desaprobación ante los demás, interés y diferencia ante todos.
           Con la, para ella,  providencial presencia en casa de Yussef y El Fadl, Yamna sentía una seguridad adicional.



[1]  «  Tetuán y su Atlético » ( J. Parres Aragonés )
[2] Dios lo sabe ( en árabe)
[3]  Canción de Juanito Valderrama
[4] Poeta, humanista y filósofo árabe clásico ( ciego)
[5] Localidad del sur de Marruecos ( provincia de Ksar Essuk )

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