"Yamna o Memoria ĺntima" de Said Jedidi. Hoy: Inyección letal « En el Día del Juicio Final pesará la tinta de los sabios y la sangre de los mártires. No habrá ninguna diferencia entre ambas » Profeta Muhammad (SAS)


                                       III

 Extravagantemente deliciosa, con una visión festiva, a pesar de un ligero cansancio, Yamna  trataba de cultivar la variedad de la influencia. El ejercicio de equilibrista le daba una dimensión intimista pero increíblemente mística.
La familia se ha hecho a la idea de que la carne de la tortuga cocida en leche puede curar el asma y todas las enfermedades respiratorias ante las cuales la ciencia se mostraba incapaz o por lo menos intransigente.

            La familia tenía proyectos… tenía futuro, Yamna no, por ello no quería morir ni tampoco vivir. « Un día me iré exactamente como he venido...Discretamente pero aún no ha venido este momento »



Dulce como el pecado, la idea de Ami Abdeslam seducía menos pero se esperaba más y rígidamente como la justicia. El futuro inmediato se anunciaba incierto.

Polo de atracción y también de repugnancia para grandes y pequeños de la casa, la tortuga de Yamna parecía acostumbrarse al pequeño vestíbulo de la cocina donde estaba confinada. Sacaba màs a menudo la cabeza y parecía incluso buscar con quien jugar. Hasta allí llegaban todos con la curiosidad de descubrir alguna novedad.

     -     Espero que se acabe este circo y...cuando antes mejor, que me està jodiendo la marrana

     -     Yo creo que se acabó o por lo menos, se està acabando

Para disuadirla, Ami Abdeslam le dijo que se había olvidado de los pormenores de la ceremonia antes de sacrificar la tortuga.

     -     No es fàcil matar a una tortuga.

     -     Se quedó con un tío que no sé cómo se llama para hacerlo

     -     Espero que la mate fuera de casa

     -     Dijo que se la va a llevar muy lejos de nuestros ojos

     -     Pues mucho mejor

Yamna intuía perfectamente esta patología egoísta que, a medida que se acercaba el momento de pasar a la acción, tomaba formas absolutamente inauditas.

No era la tortuga, sino de quién era , para qué iba a servir y con que resultados. No se mataba a nadie pero se prefería agonizante. No se sometía a nadie pero se prefería de rodillas.

No era necesario pasar por definiciones de la exclusión social para llegar a cementos de un ilusorio pedestal ridículamente clasista.

La cruzada familiar contra Yamna no dió, no parecía poder dar resultados. Encerrada en una impenetrable obstinación, parecía encontrar en la tortuga lo que  no halló en sus hermanos seres  los humanos... en los suyos... de su carne y hueso.  «  Espero que sean disentimientos de un día », pensaba la pobre sin dejar de imaginar cómo sería su vida sin esta providencial tortuga…a un ápice del matadero.

A pesar de una aparente subida de la fiebre del sentimiento de culpabilidad, todo el mundo comenzaba a echar de menos al humor prosaico de Ami Abdeslam, quien observaba una inhabitual tregua en su agresión verbal y un sano ayuno humorístico.                                                                                                                      Todos criticaban ahora frontalmente lo que calificaban de «  paranoia de Yamna », lo que era un signo de una emancipación social… olor a chamusquina.

     -     Acabó con nuestra intimidad familiar

     -     ¿Quién?

     -     ¿Quién va a ser? Yamna, naturalmente

     -     Pues… tu manera de valorar las cosas y las personas me parecen, francamente simplista

     -     ¡No me digas! ¿Por qué?

     -   Porque, entre muchas otras razones, la pobre mujer està aplicando lo que Ami Abdeslam insinuó que era su salvación

     -     Pero desde el comienzo de esta historia asistimos indiferentemente a una acelerada desestabilización de los valores familiares

     -     ¡Toma! Qué buena frase y qué mala referencia. Te voy a decir una cosa. Tú no conoces el padecimiento cruel ni la no menos atroz desesperanza y te aconsejo que pidieras a Dios que no los conocieras nunca

Sin saberlo ni desearlo, para la familia,  Yamna se convirtió en un abonado espacio de reflexión. Lo que para ella era simple y racional principio de base, para los demás se ha convertido en un riesgo desproporcionado. « Era grotesco pero exacto », como lo calificaba R’kucha.

El pequeño universo de Yamna acaparaba exageradamente la atención. Ella era conciente de lo que significaba y sobre todo de lo que podía significar.

     -     ¿Sabes, cada vez que me atrevo a ver el espejo me sale la imagen de Yamna?

     -     ¡Santo Dios! ¿Pero qué es lo que os ha hecho esta pobre mujer? Si pasa todo el santo día en su rincón con su pobre tortuga

     -     Será la impaciencia de verla devorar la carne de la tortuga o tal vez la curiosidad de ver esta carne. Quién sabe a lo mejor la insensata espera de lo que va a pasar.

     -     A mi, todo esto no me hace gracia. Yamna es una santa.

     -     Ves. Siempre encuentran el medio de aportar una nota singular

     -     ¿Singular? Tú ves la singularidad hasta en la sopa

Poco a poco, uno tras otro, discreta y tímidamente, algunos incluso con indignación e incredulidad, los  miembros de la familia comenzaban a ver la realidad, la misma que siempre se negaron a ver.

Desde hacía 25 años Yamna estaba allí haciendo cola «en espera de  algo mejor». Creció entre y con ellos. Ahora, antes incluso de poder anunciar el milagro, ha descubierto que a los 44 años una mujer no està demasiado vieja y lo define con sutileza.

     -     Yo no tengo antecedentes médicos. De hecho no me acuerdo haber consultado un médico.

     -     Esto es para los europeos

     -     Tal vez, pero personalmente nunca lo he necesitado...gracias a Dios

     -     Pues toca madera aunque necesitar, necesitar sí que lo necesitaste y lo sigues necesitando ¿Cómo diría yo? urgentemente, eso, urgentemente

     -     ¿Tú crees? La pregunta estaba encantada

Su destape físico dio luz a otra forma de burla

Una nostalgia de buena ley. Toda una terapia. Sin embargo no era un cambio en cuanto al futuro que se anunciaba, sino una vuelta al pasado… atormentado. Una realidad hasta entonces en fragmentos que cobraba cuerpo y alma.

Con su rostro suave y sus joyas discretas, Yamna  comenzaba a creer seriamente que lo que sucedía y cómo sucedía en casa justificaba una profunda reflexión e incluso una nueva toma de conciencia. Cada vez que veía lo de « doméstica » en sus documentos, casi todos obtenidos gracias a la palabra de honor y a la siempre eficaz « intervención »de Sidi Mohamed sentía como un nudo en la garganta. « ¡Comerciantes de sueño! » protestaba pero en voz baja.

Veía, cada vez más con más firmeza y convicción que se acercaba aquél sueño, ahora casi realidad.

En cambio el resto de la familia se sentía, cada vez màs comprometido.

     -     La he aconsejado. La he orientado. Casi le dije la verdad y..

     -     Casi

     -     Si casi

     -     Casi

     -     ¡ Parece mentira ! si llevamos así desde que llegó a esta casa..

     -     Hace un montón de años. Toda una vida. Más que la edad de la mayoría de vosotros.¿ Te das cuenta ?

     -     No, ni me interesa

Ami Abdeslam comenzaba a dar signos de un cansancio moral. Su hostigamiento era ahora menos estratégico. Su humor más descafeinado. Buscaba febrilmente una salida al callejón... ineluctablemente sin salida que no la veía por ningún lado.

Arrogante como de costumbre pero ahora, tímido como nunca se pasaba el día buscando desesperadamente lo que llamaba el talón de Aquiles de Yamna. Confesaba honestamente que nunca hubiera imaginado tan graves incidencias de « una simple broma ».

Los que le conocían no le habían visto nunca antes con una visión tan nihilista. « Y si nos muere esta mierda ». El respeto de la realidad no aniquila las buenas causas.

     -     Adiós a los buenos ratos con Ami Abdeslam

     -     No exageres, mujer

     -    ¿No ves que el hombre ha dado un giro de 180 grados? Yo no sé por dónde pasó aquél personaje tan divertido. Ahora està más serio que un gendarme

    -     Lo contrario me hubiese decepcionado.

          Ingenua, Yamna que se preparaba a tragar una tortuga. Ėl que se lo había recomendado en broma. Todos que ignoran si la carne de la maldita tortuga lleva o no veneno que podría acabar con la vida de la pobre mujer, quien a pesar de las mil y una súplica para que no lo hiciera, insiste y vuelve a insistir en que lo harà. Era su derecho.

     -     Escuchar, si escucha. Atentamente, incluso. Pero comprender o dejarse convencer es otro cantar

     -     Yo la encuentro absolutamente admirable. Tantas explicaciones, a veces en forma de súplicas no la pudieron convencer a revisar su ambición

     -     Francamente no sé por qué lo va a hacer sin creer íntima y sinceramente que esto la va a salvar. Y lo que es mejor: trata incansablemente de no molestar. Queramos o no, esta mujer es admirable 

Argumentos racionales o por lo menos explicativos de la envergadura del psicodrama que la familia estrenaba, gracias a la determinación, la ingenuidad y al candor de una enferma, cuya fortaleza de resistencia ante lo que podía separarla de la salvación se ha infravalorado

Por su parte, Sidi Mohamed  exigìa un incomprensible lujo de precaución desde que la escuchó una noche repetir varias veces sin saber a qué se debía aquél sobresalto de lucidez intelectual en una mujer que todos conocían como analfabeta:

«  ¡Oh mi Señor! si te adoro por miedo del infierno,

Quémame en él,

y si te adoro por la esperanza del Paraíso,

Exclúyeme de él

Pero si te adoro por Ti mismo

No me apartes de Tu belleza eterna » [1]

« Jamás desmereceré la obra de cualquiera de vosotros, sea hombre o mujer, porque descendéis unos de otros » [2] la respondió a Hajja Hurίa, una erudita a la violeta que le pidió intervenir para «  poner fin a tantas herejías y a tanto misticismo trastornado ».

La respuesta de Sidi Mohamed tardó en llegar pero cuando llegó la formuló en forma de testamento.

     -     Escúchame bien. Abre tus orejas par en par. Nunca me gustaron las inquisiciones. Todas las inquisiciones. Menos aún en esta que es mi casa y la vuestra mientras os comportáis de una manera decente, dijo con la mirada fija en donde Yamna estaba preparando en silencio, abyecta y casi con abstinencia su pequeña cocina personal.

     -     Si pero...

     -     Señora, la cortó con una sonrisa, ni es herejía ni es misticismo ni si quiera es agnosticismo. ¿Por qué lo va a ser? Una mujer desesperada y mortalmente enferma que sufre como una condenada y que le proponen un remedio. No importa cuál. Pero sí cómo y por qué lo aceptó y lo està aplicando. Una vulnerabilidad en la que siempre se confundieron la vida y la muerte. ¿Sabes lo que esto significa? No. Estoy seguro de que efectivamente no lo sabes. Pues… que Dios no te lo haga vivir un segundo, esto último lo dijo distraídamente.

Se quedó meditando un instante y volvió a la carga en voz baja como si tratara de explicar que no incriminaba a nadie sino prodigaba sus esclarecidos consejos.

      -      Lo que no ha nacido puede nacer aún

 Se quedó inmóvil pero sonriente un instante y remató:

 « En dos cosas consiste

    La condición de ser generoso

    Ante todo, cometer tus compañeros

    Luego, en obrar de modo

    Que nunca debas excusarte

     Ante tus compañeros »[3]

Era evidente: Sidi Mohamed consideraba insultante recurrir a él en vez de asumir, más que responsabilidades, las propias meteduras de pata. Detestaba lo que llamaba «  ingerencias inútiles » y sólo se pronunciaba cuando hacía falta indispensablemente.

El ejercicio del derecho de responder al sinrazón palió coyunturalmente el evidente apetito de la violencia seudo clasista, cosquilleado por indecentes afanes y por ocultos deseos de aguzar la sed de los que no estigmatizaban aún la conducta de Yamna durante los últimos días.

Eran las cuatro y cinco de la tarde. Sidi Mohamed esperaba terminar la llamada del almuédano para rezar Al Asr[4]. El ruido ambiental del murmureo en la habitación alteraba su placer divino.

     -     Creo que lo he dicho todo

Una relativa novedad que, más que impresionar, convenció a todos de que no quedaba recurso alguno contra lo que Yamna consideraba como «  legítima arma contra el mal ».

« Después de esto me moriré menos tonta », recalcó orgullosa de esta « sentencia orgánica » contra lo que creía arbitrario.

Ami Abdeslam nunca lo lamentó lo suficiente. Su manera de actuar era ahora menos exaltante. Su síndrome humorístico se ha vuelto tímido, casi apagado. Parecía discernir entre el acto que cometió y la pena que se le pueda infligir. Hacía un considerable esfuerzo para no creer, como otros, «  En las humillaciones infligidas por Yamna ». Era su manera para no tener que implorar públicamente un día el perdón y la gracia de quien humilló impunemente durante lustros.

     -     No hay mal que por bien no venga, dijo con picardía Ami H’Med antes de preguntar ¿Està correcto el refrán, no?

     -     Bueno...casi

     -     Ya te conozco, aunque lo fuera…

Tenía ganas de admitir ante todos que Yamna fue siempre una mujer portadora de valores que muchos de ellos no los tenían, que ante ella, él siempre fue lo contrario: un pecador y un falible y que ahora no sabía cómo pudo permitirse este mortal lujo de dejar desarrollar y luego dilatar tan exagerado humor. Confesaba en silencio que ignoraba la complejidad y la dimensión de la situación hasta acercarse el desenlace.

     -     Te lo digo yo: lo de esta pobre mujer nunca fue un desvío social y nunca será un trastorno mental..

     -     ¿Y qué es, entonces si la tía se fue a ver a un médico de locos?

     -     No es médico de locos. Es un psiquiatra. Hizo bien R’Kucha al recomendarle una afección siquiátrica. ¿Sabes lo que es?

     -     No. Pero tampoco tengo prisas para saberlo

En la familia dejó de llover al gusto de todos. El clima eléctrico creado por la decisión de Yamna de ir hasta el final en su proyecto «  clínico » suscitaba cierto humor, a menudo del gusto de  la campaña demencial contra la pobre mujer y su tenacidad.

Resignados, algunos miembros de la familia decidieron « colaborar ». El carbón, el hornillo, la conservación de la leche y el cuidado de la tortuga: las urgencias del momento. El resto podía esperar. Un auténtico atentado contra la distancia social y el abismo en el trato y consideración

     -     Me contaron que los europeos tienen un cacharro que se llama nevera y conserva todo, dijo ofreciendo los caracoles que nadie aceptó

     -     Pues aquí nuestra nívea..

     -     Nevera que nivea es otra cosa

     -     Nuestra nevera es la ventana de la cocina por donde entra un frío que pela

           Avanzaba invulnerablemente el destino pretrazado por Yamna que lo tenía todo preparado Cada uno de sus gestos parecía ahora el último. Sensaciones indelebles de una mujer desesperada, cuya manera de actuar estaba condicionada por las reglas de lo imaginario.

     -     Deséame buena suerte Jti[5]  R’Kucha

     -     Ya te dije, Yamna, que lo tuyo es un cuento de Ami Abdeslam. Lo has creído, pues muy buena suerte. Pero yo te lo vuelvo a repetir: simple broma como han habido miles. Pero tú lo tomaste y sigues tomándolo muy en serio. Pues… Lah y’aunik[6]

A falta de una imposible armonía, apático y sobrevoltado pero suave como un cordero, Ami Abdeslam observaba el vertiginoso desarrollo de los acontecimientos.

Por su parte, sin sentido, sin visión y con la atención convergida hacia su tortuga, Yamna que comenzaba a soñar con el Hammam [7] del que estaba injustamente privada desde siempre de sus placeres, parecía aceptar, cada vez menos su fatalidad. Poco a poco recuperaba su sentido de fórmulas, reconciliándose con la realidad. Creía estar a un dedo o menos de escapar a la suerte de los comunes como ella.

     -     Será gracias a ti, Sidi Abdeslam, le dijo con un tono docto

     -     Si ya te dije que todo era una broma. De mal gusto. Lo admito. Pero simple broma, confesó éste entre la herida y la osadía de una aventura que tomaba dimensiones realmente dramáticas

     -     A lo mejor. Pero… no terminó la frase y soltó una cruel sonrisa ilustración de su conciencia crítica.






[1] Frase de la  santa musulmana Rabiaa Al Adauía

[2] Corán

[3]   Nuredin Djami ( regalo ofrecido a los hombres libres) : Misticismo e Islam-Colecciόn cultura islámica del Centro islámico de la República argentina

[4] Tercera de las cinco oraciones diarias del Islam

[5]  Hermana, en árabe. Término que se usa con todos los seres queridos

[6] En árabe : que Dios te ayude


[7]  Baño típicamente marroquí ( turco)

Comentarios