Túnez/Elecciones: De la “primavera árabe” al “otoño democrático”




Casi cuatro años después de la revolución que puso fin al régimen de Zine Al Abiddine Ben Ali, los tunecinos tienen cita, el domingo 26 de octubre del 2014, con las urnas para elegir a los diputados de su nueva Asamblea. Un escrutinio proporcional plurinominal, que no puede ser, a todasuces, perfecto aunque con seguridad portador de retos claves para un país aun muy frágil.
 Un bureau de vote à Tunis. Après avoir déposé leur bulletin, les électeurs ont trempé leur doigt dans l'encre pour éviter les tricheries.
No obstante, los tunecinos acuden a las urnas (del 24 al 26 en el extranjero, comenzando ayer jueves en Australia y hoy y mañana en el resto de los países del mundo) en medio de un paisaje político que, según los observadores en Túnez, se reduce a dos polos, con, como palabra clave: “voto útil” que asfixia todas las demás formas de expresiones alternativas interesantes. Lo que no es inherente, ni mucho menos, de motivar a los que no se identifican con uno de ellos a votar, incrementando, de esta forma, las posibilidades de una temible abstención, mortal para el proceso democrático en un país en busca de un modelo propio y, quién sabe, susceptible a la “exportación” por lo menos hacia los países del entorno regional.
Paralelamente no pocos tunecinos no ocultan su decepción ante la ausencia del verdadero cambio durante los pasados cuatro anos en su vida cotidiana: La situación económica del país no ha mejorado (el empleo sigue siendo para los tunecinos, según muchos sondeos, la principal preocupación) al contrario y las libertades si han progresado pero no están aun garantizados.
De todos modos el escrutinio de mañana (domingo) y las presidenciales de noviembre constituyen y la inmensa mayoría de los tunecinos lo sabe y son concientes de sus retos, el puente hacia la nueva Túnez.
Se trata, como lo resumió el politólogo Larbi Choukha, miembro de la precedente Instancia superior independiente de las elecciones (ISIE), por fin de la apertura de una etapa institución al normalizada” pero, según él, “hay muchísimos desafíos, el principal de los cuales consiste en poner fin a la bipolarización, resultado de los comicios anteriores que dieron la victoria al partido islamista de Ennahda”.
En efecto, debido a cuestiones esencialmente de identidad, Túnez se ha cortado en dos: pro y anti Ennahda (Ennahda y Nida’a Túnez, anti-Ennahda), acarreando el cese correcto de de las instituciones estatales de su papel y su consiguiente y nefasta consecuencia: crisis de confianza entre los gobernantes y los gobernados e incluso, como señala Choukha “entre los gobernados entre ellos”.
Hecho muy significativo: el ejercicio del poder ha desgastado enormemente el llamado “islam político” de Ennahda
Y el resultado ha sido hasta ahora una bipolarización que trasparece de manera flagrante en las intenciones de voto: los sondeos realizados por los partidos políticos hablan de una tasa de participación de 50%... casi igual que en el 2011, aunque entonces se debe matizar que habían dos tipos de electores: los inscritos, que votaron a un 80%, y los no inscritos que lo hicieron a un 10%.
En cuanto al actual escrutinio la ley es clara: se debe estar inscrito para votar lo que podría tener consecuencias sobre la tasa de participación.
En síntesis: Túnez, como dijo su presidente “saliente”, Mohamed Marzouki, tranquilizando al secretario general de la ONU sobre un posible fraude electoral, “se dispone a integrar el club de los países democráticos”.
Esperémoslo por el bien de todos…








 

 

 

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