Obama exige un alto el fuego en Gaza: Por qué no se puede confiar en Obama



20 días de intensos bombardeos desde el aire, mar y tierra. Mas 1300 toneladas de explosivos, muchas de ellas con fósforo blanco, casi 1100 mártires, en su inmensa mayoría, niños (muchos recién nacidos) mujeres y ancianos y 6100 heridos, muchos de ellos de gravedad.

20 días… y Obama y sus aliados creían que esta vez Israel iba a cambiar el curso bélico de los últimos 40 años de… derrotas ante hasta pequeños grupos armados.
 

20 días… ¿Dónde estaban Obama, la ONU, la Liga Árabe y el resto de los que creían que las bombas de Israel y los cadáveres de los niños palestinos iban a inaugurar una “nueva era”…?

No… no fue/es así. Obama y el resto de los mandatarios aliados de Israel, entre ellos desgraciadamente muchos árabes, se han dado la perfecta cuenta de que algo ha cambiado en Oriente Medio…para siempre… que todas las armas en las manos de Israel son insuficientes… que lo poco que pudiera tener Hamas bastaría para imponer nuevas coordenadas de la función geopolítica de la región que de nada les serviría su Da’ich y que… se debe hacer “algo” para salvaguardar los intereses estratégicos de Estados Unidos y las jefaturas de sus agentes y domésticos árabes… desarmando a Hamas y su adquirida tecnología local para fabricar misiles de paz y de autodefensa y, de ser posible, a Hizbulah, ultimo cartucho para restablecer el “equilibrio” de fuerza… a favor de Israel.

 Por ello, el que no duda no sabe cosa alguna…

Y es que entre las constantes en materia de política exterior estadounidense, figura el imperativo de la seguridad de Israel, su supremacía militar y económica e indirectamente el déficit «  democrático » de sus vecinos. O sea que la supremacía de Israel depende orgánicamente de la supremacía de Estados Unidos. Algo así como lo que sucedía con la difunta URSS para con los miembros del Pacto de Varsovia.

       La única diferencia entre las dos situaciones es el papel determinante que juega Israel en la función geopolítica de la toma de decisión en Occidente a través de su influencia, sus hombres de paja dentro de la política y la economía y los parámetros de sus paradigmas en tanto que inevitable gendarme en una de las partes más estratégicas y más sensibles del mapa mundial.   
   

Obama, que frota las manos desde hace tiempo, al lograr “atraer” a los ricos árabes y “combatir” a los pobres, sabe que la ONU, todos los países árabes o por lo menos, su mayoría y los amantes de la paz y de la justicia juntos tienen una memoria corta...mortalmente corta.

          De cantinela a cantinela: Como Bush, Obama nunca se había olvidado del «  enemigo estratégico » de Estados Unidos: « estamos ante una titánica lucha entre el extremismo radical islámico y las fuerzas de la democracia y de la libertad », advirtió, refiriéndose

 al desarme de Hamas y, de paso, de Hizbulah.

El jefe del ejecutivo americano no parece darse cuenta de la nueva ecuación en Oriente Medio y es muy grave. Los tiempos de desarmar al gusto y antojo de Israel son remotos.

     Así pues, las declaraciones de los dirigentes americanos sobre «  la seguridad de Israel » y su intención de «  aniquilar a Irán en caso de amenazar a Israel » de poco le han servido ante unos dirigentes israelíes, que, habida cuenta de la nueva realidad geopolítica en Oriente Medio, se ven obligados a reivindicar un total compromiso del protector americano o nuevas coordenadas de la función negociadora como está ocurriendo actualmente con Hamas a través de mil y un rodeo, con la que, como reza el refrán árabe, «  la mano que no logras torcer, bésala ».

     Lo mismo ocurrirá con Hizbollah porque la última guerra con la formación chiíta aconsejó a los fanfarrones militares de Israel a más modestia.
 

      A la ecuación anteriormente existente han venido a sumarse desde hace cierto tiempo dos  determinantes inflexiones: el Líbano, su Hassan Nasrallah y la categόrica desmentida a la invencible superioridad de Israel  e Irán, su imposibilidad de imponer cualquier concepción americano-israelí en tan petrolífera zona.

Israel y sus “imperativos”. Estados Unidos y sus constantes: Barack Obama optó antes incluso de ser lo que es, por la estrategia de habilidad renegadora hacia sus orígenes, hacia la verdad y hacia la razón y sobre todo hacia los elogios a Israel y declaraciones destinadas al consumo local en las que tranquilizaba a los que se inquietaban por el futuro y la “seguridad” de Israel.

Pese a lo cual, más que suspicacia, su color y su dialéctica relativamente franca y directa inspiran a los dirigentes israelíes la sospecha de que puede tratarse de un pro-árabe o cuando menos, un imparcial, lo que constituirá una amenaza mortal para la existencia misma de Israel, que sin un arsenal que supere al de por lo menos 50 países e inagotables donaciones, tocaría muy rápidamente el… fondo.

El presidente de Estados Unidos es atacado, a menudo, rabiosamente por su, mil veces desmentida ascendencia musulmana y sus vínculos con los que no son «  incondicionales » de Israel y su supremacía en Oriente Medio.

     Obama lo ha renegado todo y todos...

      Pero él, como muchos de sus compatriotas (que se han atrevido a participar en la multitudinaria marcha de Washington contra Israel) sabe pertinentemente que el llamado «  voto judío » dentro de poco dejará de hacer y deshacer a los presidentes, senadores o diputados en Estados Unidos y en Occidente en general.

       No. Ni él, a pesar de sus intentos de agradar a Israel ni sus predecesores en la Casa Blanca pese a su pleitesía y a sus repetidos juramentos de adoptar a Tel Aviv contra el “océano árabe-musulmán” sirvió a Israel de garantía.

        De hecho, para Israel, han pasado los tiempos de las garantías. Para Israel ha comenzado la era de la sospecha y de la  inseguridad.

Comentarios