Junto al armonioso desarrollo
del país, la regionalización avanzada en todas las regiones de Marruecos,
comenzando por las provincias del Sahara y la imperiosa necesidad de paliar las
disparidades sociales, la pobreza y la precariedad, para los observadores en Rabat,
uno de los polos de más atracción del discurso del Trono de este año (debido a
la coyuntura árabe marcada por más de un drama a causa de este extravío) ha
sido el campo religioso en Marruecos y los esfuerzos del reino con vistas a
contrarrestar el extremismo, el fundamentalismo y el integrismo que azotan actualmente
a muchos países árabes.
De esta forma, el rey Mohamed
VI ha subrayado en su discurso con motivo de la fiesta del Trono que coincide
este ano con el 15 aniversario de su acceso al trono, su determinación a
consolidar el modelo “original” en Marruecos en materia de gestión del campo
religioso, consagrando “un paradigma” que tiene por vocación “precaver al marroquí
y a la sociedad contra los demonios del extremismo y del repliegue sobre si
mismo y la ignorancia”.
El monarca marroquí puso de
relieve en su discurso que su acción de cara a mejorar las condiciones de vida
a los marroquíes, “solo se puede comparar con nuestra voluntad de garantizar su
seguridad espiritual y consolidar el modelo marroquí en materia de la gestión
de los asuntos vinculados a la religión”, recordando que este modelo original,
que se basa en la encomienda de los creyentes que constituye su referencia y en
el rito malekita, es fruto de una serie de profundas reformas que “llevamos a
cabo en el curso de los últimos 15 años para asentar la adecuación y la formación
de responsables del campo religioso”.
Un modelo marroquí que se
inspira de su especificidad, de su moderación, de su autenticidad y de sus
incansables esfuerzos de contrarrestar toda tentativa y tentación de descarriar/se
de los verdaderos preceptos del Islam y de la Sunna (conducta) del Profeta Mohamed (SAS).
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